Diario de un político.



Adaptarse al cambio, a las necesidades económicas, al jefe en turno, a la convivencia con personas desagradables, disfrutar de las banalidades pero sufrir de las cosas esenciales, hacer política con ética o hacerla sabiendo que está en contra de tus ideas, andar a prisas, detenerte y sentir que todo se acabó.

Sentimientos encontrados que vive día a día una persona que se dedica al oficio político, sujetos que han entregado su vida no al servicio público, sino a la política. A la gloriosa y a la vez destructiva política.

El motivo de esta columna no es bañarlos de gloria, pero tampoco señalarlos sin sentido crítico.

Y es que, ¿sabemos que pasa por la mente de un político o de una política?. Levantarse todos los días para no perder la fragilidad de la popularidad, cuidar cada paso con temor de dar uno equivocado y destruir lo que poco a poco has formado con esfuerzo. Que se terminen los efímeros puestos y otra vez, nadie te voltee a ver.

¿En qué momento se sacan fuerzas para continuar? a pesar de etiquetas inmerecidas por errores de otras personas, de abandonar la vida privada y tener que hacerla pública, de nunca dejar de sonreír a pesar de que por dentro todo esté de la chingada.

Dedicarse a la política, es entrar a un camino lleno de obstáculos por muchísimas cosas, por la apariencia, por las educación, por la condición social o económica o simplemente por querer dedicarte a una profesión dónde no hay puestos para todos, y los que están dentro están haciendo turno para llegar quizás, al mismo lugar que tus aspiras por lo cual, se vuelven tus rivales.

Pero ¿quién los obliga?, en México no existe un día del político, para la sociedad, son esa especie de persona que solo busca hacerse rico a costa de los demás, mezquinos, corruptos, mentirosos, adjetivos que por supuesto se han ganado y que vienen como reception packages entonces ¿para qué?.

¿Quién quiere problemas gratis? Tal parece que la persona que decide levantar la mano y decir quiero hacer política pero ¡oh sorpresa! al momento de ser mezclados entre el montón y formar parte del promedio, de la mancha corrupta que solo vive de los impuestos sea, o no sea su caso.

Dejar atrás la familia, luchar para buscar una posición de poder, sentir la lejanía de amistades reales y ahora tener muchas más por el puesto que por tu persona. 

El diario de un político no es el que vemos en redes sociales, no es el de los eventos, los encuentros con mucha gente, las poses y las fotos. 

El diario de la política o el político es cuando llegas a tu casa y te desabrochas la corbata o te quitas las cansadas zapatillas, es cuando te encuentras ante la fragilidad de tu ser y te ves al espejo reconociendo ser tan humano y vulnerable como los demás antes de transformarte para el público y ponerte la mascara de ser perfecto que pretender mostrar un personaje en el muchas veces el político se queda atrapado. El personaje que quieres que todos conozcan pero el que es tan costoso mantener. 

Cuesta ser político, cuesta los hijos, la pareja, el tiempo, el dinero, las ideas, las preferencias sexuales o los deseos íntimos, las relaciones personales, cuesta la vida misma donde la mayoría de las veces, todo es cambio de nada. 


Nos vemos en la próxima.

Twitter @MiguelVicenteR

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