El Partido de la Armadura Oxidada.




Cuando tenía 11 años, entre mis cuentos preferidos había uno de Robert Fisher, un pequeño libro azul que en su portada ilustraba a un enorme caballero de armadura uniforme, guiado por un mago, que cazaba dragones y escalaba castillos para defender princesas. El combo perfecto.


El Caballero de la Armadura Oxidada, un clásico lleno de magia y acción para niños, pero cargado de moralejas para los adultos, nos hace crear analogías sobre algunos episodios de la vida cotidiana en distintos escenarios.


En el escenario político, que es el tema que atiende esta columna, podemos apreciar que al igual de este noble caballero, algunos actores aún portan una armadura muy oxidada donde se siente seguros, protegidos, con miedo a quitársela y dejar al descubierto sus verdaderas intenciones, su pasado y su vulnerabilidad, o lo que es peor aún, sienten que aún les es útil para su actividad.


Por años el Caballero de la Armadura Oxidada fue generoso, fuerte, su armadura brillaba como oro, combatía con dragones y cómodamente los derrotaba. Hasta que llegó el día que nunca esperó, el que desnudó su verdadera cruzada al poner en riesgo la perdida de su familia, lo único que le daba gloría y grandeza; así que decidió quitarse la pesada armadura que ya lucía vieja, pero sus intentos por desprenderse de su protección fueron en vano.


Por años también, la clase política tradicional disfrutó de la magnificencia del poder, lujos, riqueza, solemnidad. Hasta que llegó el día en que alguien les arrebató casi todo, la soberbia, los excesos hicieron que la ciudadanía no necesitasen a caballeros que les salvaran más de los dragones. Si ellos no pudieron con sus armaduras tal vez otros sin ellas sí.


Desde entonces los partidos políticos sobre todo, han intentado liberarse de sus armaduras que los han protegido desde siempre, con las que han librado batallas electorales contra sus adversarios, pero tal parece que como el personaje del libro, no les es posible desprenderse tan fácilmente de dicha armadura. Sus intentos por rescatarse a sí mismos han colapsado en quienes deciden continuar con las mismas prácticas de siempre, la misma armadura, las mismas personas, contra quienes están cansados de cargar con una historia que no les ha tocado escribir y por la cual seguirán siendo juzgados. Estos últimos libran la batalla por oxigenar lo poco que queda dentro de esta armadura y liberarse por completo del óxido que los atrapa.


En el cuento, el Caballero de la Armadura Oxidada animado por progresar, se quedó quieto y escuchó el silencio, se dió cuenta que nunca había escuchado a nadie ni a nada. Y que era hora de comenzar de nuevo.


No hace mucho esto le sucedió también a los partidos políticos, se dieron cuenta que pocas vecen habían escuchado a su militancia, así que decidieron "volver a las bases", las decisiones que habían tomado los caballeros de armaduras oxidadas  de todos los partidos se estuvieron protegiendo por décadas de estas participaciones. Así que era tiempo de quitarse la pesada osamenta.


Para ser otro, el caballero tuvo que enfrentar sus propios miedos, reconocer sus errores, escuchar a quien nunca escuchó, romper con sus prejuicios y orgullos y dejar de hacer las cosas como siempre lo hizo, todo esto para recuperar todo lo que perdió y que un día lo hizo un caballero por su manera de ser, no por su apariencia.


Siguiendo con la analogía, la clase política tradicional, tiene que enfrentarse a si misma, quitarse la armadura con la que han librado grandes proezas pero que hoy solo les nubla la vista y les pesa al caminar. Escuchar a quienes nunca ha escuchado, dejar de escuchar a los otros caballeros que se resisten a quitarse la armadura y sobre todo; creer que es posible cambiar sin importar el sacrificio que este les cueste. 


Dejar caer al suelo, su armadura oxidada.


Nos vemos en la próxima.

Twitter: @MiguelVicenteR

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