Joker: Políticamente Incorrecto




En otros momentos en este mismo espacio, he aprovechado esta columna semanal para hablar sobre filosofía política, sobre la concepción de nuestra realidad, de cómo concebimos lo político y vivimos la política. 

En esta ocasión no será diferente, tendrás la oportunidad de leer sobre dos temas fascinantes como la realpolitik y la política ficción. 

Al hablar de política ficción quiero referirme específicamente a un personaje que ha causado opiniones sobre su más reciente filme: El Joker.

Este personaje representa la antítesis de lo políticamente correcto, es un ser viviente que por muchos años ha deambulado al son del sistema sociopolítico de Ciudad Gótica, una ciudad que no es para nada distinta a otras del país, por cierto, donde cada día estamos expuestos a la corrección política, dónde cada cultura, subcultura, grupo religioso, agrupación extremista, colectivo o movimiento nos incita y obliga a someternos a su propio "despertar", a su visión de lo correcto donde las posturas neutrales no importan, donde estás con ellos o en su contra. 

El Joker no sólo explotó por el excesivo capitalismo o neoliberalismo, reprueba y justifica sus acciones poniendo de frente la única idea de que no todo es lo que nos han hecho creer. 

Y es que en verdad,  la realidad es tan solo una construcción social que la política se ha encargado de configurar con sus leyes, sus gobiernos, sus esquemas y programas donde los sujetos siguen cada patrón para ser exitoso y reconocido mientras nuestras mentes construyen a los lejos castillos de papel, utopías como la que el Joker recreaba con su vecina, donde todo era miel a su lado, perfecto, adoc a lo que la sociedad esperaba de él.

Con todo esto, no intento santificar la conducta del Joker ni vanagloriar sus acciones, tampoco satanizar ni sepultar las intenciones de políticas y políticos que han errado en su conducción del poder.

Más bien, personas como el Joker son necesarias para nuevos despertares, para darnos cuenta que como sociedad a veces estamos perdidos y que como políticos nos estamos equivocando ejerciendo el poder de una manera irracional.

Esta filosofía va más allá de lo real o de lo justo, lo políticamente correcto no es mejor que lo políticamente incorrecto. Se trata de realidad y tiempo, de como deben de existir detonantes que nos hagan replantearnos si la realidad que vivimos es correcta, adecuada para los tiempos que vivimos y la mutación que la sociedad tiene a lo largo de los años.

Por ejemplo, hasta hace solo dos décadas, la homosexualidad era considerada una enfermedad psiquiátrica que requería tratamiento y por ello, se incluía en diferentes manuales médicos y en el listado de enfermedades de la OMS, decir lo contrario era políticamente incorrecto. Era la realidad hasta que Pfitzer, el Joker de 1990 lo desmintió y comprobó de tal manera que a partir de ese entonces la realidad del mundo fue distinta. 

En muchas ocasiones nos reímos de sujetos así, que cual si fuere política ficción se atreven a enfrentarse a los sistemas, bufones que ven la realidad de diferente manera pero que construyen la realpolitik, la amoldan al escenario constante y cambiante en el tiempo.

Sin embargo, aunque los sujetos como el Joker son necesarios para detonar la realidad, son solo eso, catalizadores del sistema político, males necesarios, focos rojos de la política que necesitan ser atendidos pero también neutralizados.

Aclarado está que la vida nos va a seguir dando muchos Joker, seres que no aguanten más y de una buena vez por todas exploten los sistemas,  pongámosle atención porque cuando menos pensamos su simpatía los vuelve candidatos, o lo que es peor; se convierten en Presidentes.

Nos vemos en la próxima

Twitter @MiguelVicenteR

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